miércoles, 12 de junio de 2013

NOCHE DE SAN JUAN Capítulo 14 "Paciencia"





Paciencia



Mis padres ya se habían marchado a pesar de insistirme en quedarse para ver como me iba los primeros días en "Construcciones ARVUL" pero me negué rotundamente. Ya no era un chiquillo.
Tumbado en la cama de mis padres con Bella, recordaba los últimos acontecimientos. Habíamos decidido dormir aquí ya que yo tenía que madrugar y ella no.
Desde el lunes que firmé el contrato hasta hoy mismo, había estado rodeado de una tensión que había intentado disimular al máximo y tan solo pude liberarme de ella saltando desde aquel acantilado al que llevaba varios años rondando.
Se que disgusté a Bella y que había tenido infinita paciencia conmigo durante toda la semana, para luego llevarla hasta allí y darle un susto tremendo, pero lo necesitaba.
Ni siquiera mi forma de hacerle… de follarla todos los días, me había calmado.
El lunes estuve ausente dándole vueltas a lo sucedido en el despacho de Aro. Aquel contrato de confidencialidad con ese anexo exclusivo de la empresa y todas sus exigencias, me pareció de lo más extraño, pero al terminarlo de leer, quedé convencido de que yo, no iba a romperlo en ningún momento, así que no dudé en firmarlo, a parte que era un requerimiento fundamental.
Bella supo sacarme de mi mutismo aquella noche.
Al principio me pareció ridículo que quisiera darme de comer, pero cuando se bajo los tirantes de la camiseta y con los mismos palillos con los que me daba de comer se humedeció con salsa de soja los pezones, automáticamente se me olvido Aro y quise ser un niño muy bueno y que me alimentara como una buena madre hace con su hijo.
Aquello fue muy sexi y atrevido por su parte y no perdí el tiempo en demostrárselo, pero conforme pasaba la semana, cada día me sentía más ansioso y cuando iba a buscarla a la tienda, casi la llevaba a rastras hasta su apartamento y la encerraba antes de cenar, para descargar en ella toda esa tensión que tan solo lograba aliviar un poco.
Ella por supuesto no me negaba nada y se dejaba hacer, porque siempre procuraba dejarla satisfecha.
El miércoles quizá traspasé los límites.
Antes de ir a buscarla le dejé un sms diciéndole si le apetecía jugar un poco conmigo esa noche, y que me dejara ser un chico malo. Aceptó como era de esperar.
La noté nerviosa pero con cierto brillo de excitación. Los juegos en el sexo eran de lo más variado, pero supongo que no era lo que ella esperaba. Con Victoria lo habíamos hecho alguna vez y la verdad que me gustaba tanto o más que a ella. Siempre que los dos supiésemos que era solo un juego todo estaba bien.
A punto de abrir la puerta de su casa le susurré la oído.
—Hoy quiero que te resistas.
—¿Cómo?
—No te asustes, es solo un juego ¿de acuerdo? tú solo ponme las cosa difíciles.
Vi como tragaba con dificultad.
—Quieres decir, que me vas a forzar, bueno consentidamente claro.
—¡Exacto! Podemos probar y si te sientes incómoda lo dejamos por supuesto.
—No, está bien.
Cierto brillo iluminó sus ojos y vi que la idea no le parecía tan mala.
Entramos en su cuarto y en cuanto cerró la puerta. La empujé con brusquedad hasta la cama y me tumbé encima de su espalda y le tapé la boca con una de mis manos.
—No digas una palabra si no quieres que te haga daño.
Por supuesto interpretaba un papel.
Ya estaba excitadísimo y la embestí para que lo notara en su trasero.
Llevaba unos pequeños shorts que dejaban asomando los cachetes de su culo y pasé mis manos por sus muslos hasta llegar a ellos.
Bella no se movía, así que no estaba siguiendo del todo el juego.
—¿Me lo vas a poner fácil chica?
Entendió que quería que interpretase también su papel y se revolvió en la cama e intentó apartar mis manos de su cuerpo.
—Ummm ya veo que no.
Atrapé sus manos con una de las mías y le di una palmada en el trasero que creo que la sorprendió bastante.
—Si no te portas bien, voy a tener que castigarte pequeña.
Y comencé a colar uno de mis dedos debajo de la estrecha pieza de unión de sus pantalones. Quería saber si a su cuerpo le gustaba lo que estábamos haciendo.
Sí, había una ligera humedad allí.
La giré y la puse boca arriba sin dejar de soltarle las manos e inmovilizándola con una de mis piernas.
Subí su camiseta dejando a la vista su sujetador casi transparente. Sus pezones estaban duros y me dispuse a morderlos y chuparlos a través de la fina tela, me encantaba hacerle aquello, ya que la humedad los mantenía más tiempo erguidos.
Comencé a desabrocharle el botón y a bajarle la cremallera del pantalón con brusquedad.
Le hice una pregunta muda con la mirada para saber si las cosas estaban bien o no. Asintió y me sonrió tí í a endurecer mi semblante y me lancé a su boca, reaccionó al instante girando la suya antes de que pudiera alcanzar sus labios y mordí su mandíbula con satisfacción y luego su cuello hasta llegar a su clavícula. Su respiración era entrecortada y sus pantalones junto a su tanga quedaban a la altura de sus rodillas que la mantenían inmovilizadas. Terminé de quitárselos con el pie y automáticamente le di la vuelta dejando su hermoso trasero a la vista.
Le quite la camiseta y le solté el sujetador bajo mi peso.
—Voy a follarte duro pequeña.
Me bajé la cremallera mientras ella se retorcía debajo de mí y me coloqué entre sus piernas. Comprobé con mi mano si estaba lo suficientemente mojada para no hacerle daño y al comprobar que así era, la penetre de un solo empujón.
Me quedé quieto al oir un quejido de su parte. Me tumbé totalmente en su espalda y le susurré al oído.
— ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?
No quería que las cosas se estropearan por llevar demasiado lejos aquel juego.
Negó con la cabeza.
Me separé un momento apoyando una de mis manos en su espalda para que no se moviera y empecé a moverme a buen ritmo.
Estaba muy húmeda y resbaladiza. Desde ese ángulo podía ver como desaparecía dentro de ella con mi polla brillante por sus jugos. Sabía que no iba a aguantar demasiado. Estaba muy cachondo, y el juego me había puesto más.
Llevé mi mano debajo de su cadera hasta alcanzar su clítoris. Tenía que lograr que se corriera cuanto antes. Sus gemidos eran intensos y si no fuera porque la sujetaba con fuerza, habría ido desplazándose hasta el cabecero por la fuerza de mis embestidas.
Noté como sus músculos me apretaban con fuerza y supe que estaba llegando al clímax.
Cuando comenzó a recuperar ligeramente la respiración, yo ya estaba a punto.
Salí de ella y la volví a girar.
—¡Abre la boca! —le ordené.
No sabía como se tomaría aquello, y más por su cara de confusión, pero accedió a mi petición e introduje mi polla en ella para correrme en su boca.
No se puede describir con palabras lo que sentí en esos momentos.
Era un hijo de puta con mucha suerte.
Más tarde le pregunté qué le había parecido aquello y si le había gustado. Algo en su en su manera de contestar, me hizo saber que quizás había sido demasiado intenso y decidí que lo hablaríamos más adelante.
Hoy sin embargo, después de saltar desde el acantilado y de haber liberado la tensión acumulada de toda la semana, solo pude hacerle el amor suave y lento.
La sonrisa de satisfacción no desapareció en ningún momento de su cara y nada más terminar, me abrazó suspirando y se quedó dormida. Lo más probable es que esa semana Bella lo hubiera pasado tal mal como yo y mi comportamiento había contribuido a ello seguro.
Lunes, martes, miércoles …
La semana iba pasando y todo parecía ir bastante bien.
Aro se mostró amable y me enseñó todo el edificio y los diferentes departamentos.
Descubrí que James, como ya suponía, trabaja allí como arquitecto técnico y era el encargado de pedir los materiales para algunos proyectos. Pronto averigüé que también estaba a cargo del mío.
Se había mostrado amable en todo momento e incluso pensé que podíamos llevarnos bien.
Mi padre ya me había advertido a la hora de hacer el proyecto de ejecución, que no dejara nada al azar, que repasara una y otra vez todo, desde los cimientos hasta los detalles más mínimos, como son la llave de una luz o interruptor, especificando modelo y color. Que Aro aprovecharía cualquier error para dejarme mal haciéndome responsable, de los costes añadidos.
La semana siguiente llegó el momento de visitar el solar donde se ubicaría el centro comercial para que examinara el terreno y valorara hasta el volumen de tierra que había que desplazar, ya que todo tenía que ir incluido en el presupuesto antes de cerrarlo, entregárselo a Aro y que comenzaran las obras y el pedido de los materiales.
Y así era como volvía a casa. Cansado, con dolor de cabeza y sin ganas de aguantar siquiera las bromas de Jasper.
Repasaba una y otra vez cada detalle de cada cosa.
Ni siquiera a la hora de entregar el proyecto de fin de carrera tuve esa sensación de presión en mi cabeza. No quería olvidar nada y a veces me encontraba repasando el apartamento de mis padres, desde el hall de entrada mirando la puerta de la casa, subiendo por las paredes hasta la escayola del techo, volviendo a bajar y dirigiéndome a la cocina, mirando los enchufes, la grifería, el fregadero … Parecía un obsesivo compulsivo como así llegó a llamarme Jasper en más de una ocasión, pero no la podía cagar la primera vez.
Bella tenia una paciencia infinita cuando conversábamos y yo sin querer me perdía en mis pensamientos y al final ella se daba cuenta de que no la estaba escuchando.
Por lo general le pedía mil perdones y la besaba y abrazaba.
Aunque fuera increíble, había perdido hasta el apetito sexual. No podía ni siquiera concentrarme en algo que no fueran cables, pinturas y catálogos y catálogos de materiales.
Las últimas noches cenábamos y ella se marchaba a su casa con un simple beso en mi mejilla, al que no prestaba ni atención cuando la despedía con la mano absorto en algún tipo de cálculo.
La cimentación era lo que más me preocupaba.
Es la parte más importante, porque es el grupo de elementos que soportan a la superestructura. Hay que prestar especial atención ya que la estabilidad de la construcción depende en gran medida del tipo de terreno.
En tres días, Aro tenía que tener en su mesa el proyecto de ejecución finalizado.
—¡Vaya Edward! Has hecho un fantástico trabajo. No te falta ningún detalle, creo que vas a ser un gran arquitecto.
Mi sonrisa no cabía más en mi cara. James llevaba repasando todo el día el proyecto de ejecución y parecía más que satisfecho.
En unas horas se lo presentaría a Aro y por fin mi sueño empezaría a hacerse realidad.
—¿Qué te parece si salimos a celebrarlo? —dijo James.
—Claro. Podríamos tomar unas cervezas cuando acabe la jornada.
—Está bien, le avisaré a Victoria.
Mi cara de sorpresa le debió parecer que aquello ya no me parecía tan buena idea.
—¿Ocurre algo?
—Pensé que sería una salida de tíos.
—Ah, perdona, creí que salías con aquella chica de la fiesta.
—Sí, y así es, pero Victoria y yo salimos juntos y no sé si es buena idea.
—Pero aquello fue hace tiempo ¿no? y quedasteis como amigos, estaría bien hacer partícipe a las chicas de esto ¿no te parece?
—Claro. Tienes razón. Llamaré a Bella.
Aquello no me parecía buena idea y probablemente a Bella tampoco, pero el negarme a salir con ellos podría crear algún malentendido y en realidad, entre Victoria y yo, hacía mucho que no había nada y tenía ganas de celebrar que había hecho las cosas bien y quería que Bella lo compartiera conmigo.


May Cullen


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